Belice
David Olguín
Reparto
Laura Almela
Joaquín Cossío
Rodrigo Espinosa
Roberto Soto
Escenografía e iluminación
Gabriel Pascal
Música
Gonzalo Macías
Vestuario
Adriana Olivera
Coreografía
Rafael Rosales
Estreno
2002
Belice es una obra que relata un viaje de iniciación y exploración del lado oscuro de la vida. A manera de un tríptico, se divide en tres estaciones donde cada parte narra una historia redonda en sí misma, y una vez reunidas, a manera de ecos y resonancias cíclicas, con las conexiones propias de lo poético, una historia total: el ajuste de cuentas de un personaje con su pasado familiar y su búsqueda personal de razones de vida tras el encuentro de la transgresión.
Belice es la última estación para nuestro protagonista, quien afirma envejecer en un abrir y un cerrar de ojos. Tiene treinta y cinco años y viaja por un río en compañía de un barquero ancestral: Miguel Carón, un lanchero de la selva. A partir de referencias mitológicas al viaje ad inferos, al más allá o viaje de descenso, Belice nos narra un viaje interior, pero que tiene a la vez la textura y la brutalidad del mundo real. Juan viaja a los bajos fondos para protagonizar una historia cruda y terrible.
El tiempo en Belice es una ilusión. Juan se pierde y se encuentra. Belice, a fin de cuentas, es un viaje de aprendizaje: la conciencia, el descubrimiento de uno mismo, la absoluta sensación de saberse efímero, ayudan a sobrevivir y a reconciliar el pasado. Juan Adulto aprende; “Ay de aquellos que no exploran su conciencia. Ay de los que desconocen sus fondos turbios… Están ciegos los de ojos bien abiertos. No seas feliz, aprende a ser consciente. Incendia tu mirada. Resucita. Mañana ya fue y hoy es ayer. Abraza únicamente la fe de los perdidos: embriágate de nostalgia de paraíso. Tu única fuerza: saberte más efímero que las nubes. Que te acoja la muerte con todos tus sueños intactos…”
Notas críticas
Hugo Salcedo: “Belice, un viaje al inframundo”
Roberto Benítez: “Belice, o una seductora pesadilla”