6/6 CÓMO EXIGIR TUS DERECHOS SIN POSTEAR EN INSTAGRAM (GUÍA PARA UN RETWEET): EL ECOSISTEMA TEATRAL MEXICANO.

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Cómo exigir tus derechos sin postear en Instagram (guía para un retweet): El ecosistema teatral mexicano.

Arizbell Morel Díaz (Arizbell Morel-Díaz).

 

 

Dicen los “grandes señores” que hubo (alguna vez, hace no mucho tiempo), un teatro decente y digno…

(Eso no explica la precariedad en la que vivimos.

Eso no explica porqué existe este escrito.)

Dicen los grandes señores que los jóvenes (todos en masculino, todos uno mismo) somos de cristal fino; que no aguantamos ningún desatino…

(Eso no explica porqué el teatro es un arte de nicho.

Eso no explica los cuatro trabajos y las jornadas sin fin. 

Eso no explica…)

 

Y cuando se habla de estos temas, los grandes señores parecieran tener oídos sordos…

Los grandes señores desaparecen y nadie estuvo ahí…

Nadie tiene la culpa, nadie sabe qué pasó…

Papá Gobierno nos aniquiló.

 

El teatro capitalino es un elitismo.

El teatro capitalino es de nicho.

¿Quién nos ve, sino nosotros mismos? (Otra vez, el masculino.)

¿Dónde está la comunidad? ¿Dónde está la diversidad de la que hablan las convocatorias?

No la encuentro…

¿Se habrá perdido en algún fidecomiso?

Hacemos un teatro blanco, para nosotros mismos (Sí, este hecho se repite.)

Hacemos un teatro que no cabe en Twitter, atorado en los gloriosos años 70`s, 80`s…

(…decir 90`s es una exageración…)

¿Qué desigualdades sociales y económicas perpetúa el teatro?

¿Quién nos habla del clasismo y el racismo en las escuelas?

¿Por qué sólo hay actores blancos en las escenas?

 

El teatro blanco es uno mismo; no importa dónde se presente…

El teatro blanco todo lo abarca, todo lo quiere, nada le alcanza, ningún dinero le es suficiente…

Nadie habla de esto, es un mal invisible…

Nombrarlo parece sacrilegio; si no lo sé, no existe.

Que somos la Generación de Cristal…

…todo nos hiere, nos araña, nos rompe…

…pero los cristales al quebrarse corrompen…

Los cristales lastiman  y rasguñan a quiénes los sostienen.

Los cristales también creamos cicatrices, sacamos sangre, vulneramos a quiénes nos parten.

Los cristales queremos consumir, buscamos una identidad transparente y reflejante.

Nos auto-conocemos, todo lo cuestionamos, todo lo googleamos.

Los cristales sabemos que el espacio condiciona. 

Que el espacio existencial puede asfixiarnos a nosotras, nosotrxs, nosotros que no lo hemos tenido. 

 

El teatro necesita de tierra para sobrevivir.

El teatro requiere tiempo y espacio para existir.

Tal vez nuestros reclamos son solo eso: un déjennos estar aquí.

Quizá anhelamos la posibilidad de vivir.

 

A nosotras y nosotrxs nos toca soñar con el teatro fuera del teatro mientras hacemos “Teatro Fast-Fashion.”

El “Teatro Fast Fashion” es aquel que me ha tocado vivir.

Podríamos caracterizarlo, como si de un personaje o una especie se tratara.

 

El “Teatro Fast-Fashion” es:

 

  • Teatros con tendencias claras y cambiantes. Teatros por épocas y por temas. (No dura más de un año, son camaleones que a penas se  alcanzan a percibir.)
  • Sus frutos tienen temporadas cortas (más bien son flores que se marchitan rápidamente, se mueren al parpadear, como mariposas de ciudad). ¿Quieres verlo? Tienes a lo mucho tres semanas, después será un vano recuerdo. Después se esfumará.  Este teatro no tiene mucha memoria ni lugar.
  • Así como muere en un suspiro, nace comprometido y expedito. (Nos lo heredaron las millennials.) Sus tiempos de producción son más acotados que una unidad habitacional, que el espacio de una abeja en un panal. El “Teatro Fast-Fashion” se hace “cómo se puede y cuándo se puede”, no tiene otra forma de ser.
  • Sus materiales son baratos (no va a durar, lo financian las mamás), no esperes grandes escenografías ni vestuarios costosos de otros teatros. (Y ahí está su potencia, no son como los otros teatros. Hay nuevas miradas a lo que las teatralidades con fines estéticos (1) pueden llegar a ser. Estos teatros nos muestran otras maneras de convivir con el medio ambiente, con las cadenas de producción más allá del realizador y el vestuarista de  renombres.)
  • Por último (pero más que fundamental), al “Teatro Fast-Fashion” lo hacemos nosotras. Estos teatros se hacen  (como las prendas de las que se presta el nombre) con mano de obra malbaratada de las periferias. El salario es mínimo; las jornadas interminables, inseguras sin condiciones… (Se hace en parques, en salas de apartamentos a altas horas de la noche. Se complementa con otras ocupaciones, no hay capacitación…)

Se hace así, porque es la  alternativa, la mejor oferta laboral…

Se hace con la esperanza de quedar en una convocatoria, de conseguir un foro y recibir unas 20 espectadoras para una obra cuyo elaboración llevó meses de trabajo sin pagar.

El “Teatro Fast-Fashion” es una respuesta a la demanda del mundo neocapitalista; es una utopía fugaz e insostenible. 

 

En el fondo, este ensayo es una canción…

…sintetiza un sentimiento, una condición…

Y como toda melodía que espera ser un hit…

…ofrece una mágica solución…

 

Hay que encaminarnos a una eco-comunidad teatral.

El teatro más ecológico, más sostenible es aquel que dura más.

Para perdurar, necesitas de la  comunidad.

 

Si se nos educa en historia del teatro, acondicionamiento y estilos…

…debería solicitarse que se promueva, también, un verdadero compromiso social:

Trabajar artísticamente con las comunidades.

 

(No me refiero a regalar el trabajo, no me refiero a ser salvadores de otras profesiones.)

 

Mi propuesta es insertarnos en la sociedad con nuestras propuestas escénicas. Ver más allá de los ombligos gremiales, de los premios, del prestigio y del espiral interminable de la especialización de públicos. Procurar que el “teatro” salga del “teatro”: que el foro deseable no sea un CCB , sino una Casa de Cultura, una primaria pública, otra locación.

Que los estrenos no se llenen de amigos y conocidos enemigos sino de personas que asisten, por primera vez al teatro…

…propongo buscar que distintas personalidades se sientan incluidos en la vida cultural sin importar su condición social…

…o su color de piel…

…o su género…

…propongo trabajar desde la vulnerabilidad.

 

Ya se ha hecho (a mis 25, sé que no hay nada nuevo bajo el sol).

Pero, ¿realmente funcionó?

 

¿Se comprometió este teatro de los grandes señores con convencer a espectadoras y espectadores de que era necesario?

 

¿O solamente fue un “bullet point” de una agenda personal para ganarse el reconocimiento de los pares?

 

No soy ingenua, sé que propongo una utopía.

 

Sé que es un esfuerzo monumental, agotador que no garantiza espectadores constantes.

Sé que, como toda rebeldía juvenil, fallará y se transformará mil veces antes de cuajar en forma.

 

¿Qué otra cosa me queda  sino ser guerrillera del teatro?

 

¿Puedo yo, hija de madre y padre de clase trabajadora; sin conexiones; sin fondos familiares para crear; estudiante de excelencia y exigencia constante; aspirar a otras metas?

¿Debería soñar con convertirme en quiénes me antecedieron: en la asistente estrella o la actriz de un director que es el dios proveedor?

¿Debería soñar con ser invisible?

 

¿Debería conformarme con ganar convocatorias que garantizan salas vacías pero un currículum impecable que posibilita continuar aplicando a más apoyos, lo cual a su vez me permite seguir en un círculo interminable de arte estéril, incontaminable por la realidad de mi entorno?

 

Esas son mis alternativas (y las de muchas).

 

Pero entonces recuerdo a Freire y su frase: Las herramientas del amo, no van a destrozar la casa del patrón.

(Y en esa casa, yo, muchas otras, otrxs, otros, no cabemos más que en el patio, a la orilla, sin hacer ruido y en la calle.)

 

 

(1) Éste término es mío, acuñado en otro escrito (Morel Díaz Arizbell, (26 de agosto de 2022), “El Encomiástico Poema a los años de la Condesa de Galve: La formación teatral en tiempos de COVID-19 como proceso intermedial evidenciado”, ponencia presentada en la “Mesa 2: Aspectos del Teatro y la Música” como parte del “Coloquio: Encomiástico poema a los años de la excelentísima Condesa de Galve, de Sor Juana Inés de la Cruz: aproximaciones desde el estudio para su puesta en escena”, FFyL, UNAM [En prensa]). Las teatralidades con fines estéticos son aquéllas formas de las artes escénicas cuyo objetivo existencial es entretener, divertir, mostrar a través de la creación artísticas. Son los teatros cuyo fin último es generar expresiones estéticas en quiénes las perciben y las construyen. 

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