La noche en que, supuestamente, a Belisario Domínguez le cortaron la lengua, es el pretexto para pensar apasionadamente una pregunta de hoy: ¿ética y política se oponen? El encuentro de un sicario bestial junto a dos hombres con un proceso intelectual eminente, da pie a una reflexión sobre el presente mexicano en días de terror, absurdo y violencia. La lengua de los muertos construye una pesadilla interminable, una noche de ángeles y demonios, un ritual circular sobre uno de los temas teatrales por antonomasia: el sacrificio.

Notas críticas