3/6 QUERIDOS ESPECTADORES: PÚBLICO Y TEATRO EN LA CIUDAD DE MÉXICO.

 In Archivos, Historia, Producciones El Milagro, Reflexión Crítica

Podría ser cualquiera

Jimena Eme Vázquez.

 

 

Tengo que reflexionar sobre quién asiste al teatro independiente en la CDMX. Muy bien. Me siento frente a la computadora y empiezo. A medio párrafo descubro que estoy pensando en un tipo de teatro, pero que aquel otro tipo también podría ser catalogado como “independiente”. Y espérate porque, si lo piensas un poco, otro estilo de teatro que a simple vista no parece tan “independiente”, en una de esas lo es. La definición se me escurre lenta, pero constante, hacia todos lados. Como la miel en la cima de unos hotcakes. Decido escribirle a Enrique Saavedra para preguntarle qué es el teatro independiente, porque al parecer hasta hace unos minutos lo sabía, pero ya no.
Enrique me contesta que hay mucha justicia en lo que estoy pensando y me pide que empiece mi ensayo con esta disertación.
Así que, Enrique, este inicio va para ti.

 

Desde octubre del 2020 los alimentos empaquetados en México cuentan con un sistema de sellos y leyendas que nos ayuda a saber si aquello tiene exceso de azúcares, sodio, grasas saturadas u otras amenidades. Estos sellos ayudan a poner en claro contexto a la persona consumidora. Desde octubre de 2020 una sabe que si va a comerse eso que viene en un empaque con 3 sellos, está procediendo bajo su propio riesgo.
Ahora propongo un sistema de sellos para identificar al teatro independiente. Así podremos acordar que toda obra con un sello será teatro independiente, pero que si hay tres sellos, entonces lo será más.
La independencia de una obra se reconoce con estos tres sellos:
ESPACIO. El lugar en el que se presenta. Podríamos dividir los espacios en comerciales, institucionales e independientes. Estos últimos comparten el riesgo económico con las compañías que se presentan ahí, por lo regular pueden albergar de 30 a 100 espectadores y tienen varias obras distintas a la semana. En la CDMX el Teatro la Capilla, El Milagro, El Hormiguero o el Círculo Teatral, por poner algunos ejemplos, le darán este sello a la obra.
PRESUPUESTO. El origen del dinero con el que se produce la obra. Si una persona sacó el dinero de su cuenta bancaria para hacer el espectáculo y depende de la taquilla para recuperarlo aunque sea parcialmente, tendrá este sello reluciente. Claro que no es lo mismo invertir 8 mil pesos que 300 mil, pero démosle el sello a ambos casos porque el espíritu es parecido aunque los ceros sean muy distintos.
ARTE. Los afanes artísticos del proyecto y de las personas involucradas. Este es el sello más subjetivo. Aquí encontraremos la búsqueda personal de quienes crean el proyecto, así como las búsquedas en conjunto de los grupos, e incluso esa superioridad moral de quien hace una obra experimental a la que “no cualquiera le entiende”. Toda esa libertad creativa del teatro que no le debe cuentas a nadie vendrá en este sello.
A continuación, para que quede todo bien claro, una trivia. Las respuestas están al final del ensayo.
a) Lupe hizo su obra con una beca del estado, siguió una investigación personal con la que llevaba años y presentó los resultados en el Teatro El Milagro. ¿Cuántos sellos tiene la obra de Lupe?
b) Alexis ahorró con su grupo durante cuatro meses para producir un montaje de creación colectiva que estrenaron en El Hormiguero. ¿Cuántos sellos tiene la obra de Alexis?
c) Yael destinó 800 mil pesos de su bolsillo para producir una obra que actuará famoso influencer chihuahuense y se va a presentar en el Teatro Ramiro Jiménez. Tiene presupuesto suficiente para pagar creativos durante tres meses, pero si le va bien se extenderán a seis. ¿Cuántos sellos tiene la obra de Yael?
d) A Luis le encomendaron montar una obra de Calderón de la Barca (que nunca había leído) con la Compañía Nacional de Teatro, la va a estrenar en un recinto del INBA y la entrada será libre. ¿Cuántos sellos tiene la obra de Luis?

Queda claro que la etiqueta del teatro independiente es ecléctica. Ahora sí podemos enfrentarnos a la pregunta “¿Quién ve teatro independiente en la CDMX?” y descubrir que la respuesta es: mucha gente, incluso la que cree que no está viendo teatro independiente podría estar viendo teatro independiente.
Para especificar un poco más esa respuesta, me concentraré en el sello del Espacio, que me parece importante. Dejemos de lado aquellas obras nacidas con tres sellos de repente consiguen una temporada en las programaciones institucionales. Queremos obras independientes en espacios independientes. ¿Quién va a esos espacios a ver teatro independiente?
Los clichés indican que si alguien, en una reunión cualquiera, comenta que hace teatro y que ese teatro no es musical, hay que tentarse el corazón y regalarle algún pan o una lata de atún. ¿El teatro independiente es el que más sufre? En parte sí, porque además el sufrimiento le llega desde varios frentes. Necesita que vaya gente, pero como no va suficiente, no tiene dinero para poner su imagen en los espectaculares. ¿Y quiere poner su imagen en los espectaculares? Fuchi, probablemente no. Hay que dar descuentos, malbaratar el boleto y el trabajo, invitar a los primos lejanos, abrir grupos de whatsapp. Y los colegas. Que no se les olvide invitar a los colegas. Un porcentaje importante del teatro independiente se sostiene gracias a los boletos que pagan las personas que se dedican a eso mismo. Un 30%, diría yo.
¿Quién va a los espacios independientes a ver teatro independiente y no se dedica al teatro independiente?
Volveré a decir que mucha gente.
Soy una optimista empedernida.
Desde hace varios años creo que hay más público del que solemos aceptar. Eso no contesta a la pregunta de quiénes son. Tendría que hacer una encuesta para decirlo con certeza, pero estoy segura de que eso solamente conseguiría apagar mi optimismo, así que no lo haré. Pero podría ser cualquiera. Si vamos a un centro comercial, a un parque o a un restaurante, probablemente alguna de las personas que están ahí haya ido la semana anterior al Teatro la Capilla. Todas las personas podrían ser spiderman y todas podrían ser espectadoras de teatro independiente.
Estas personas tienen ventajas y obstáculos en su vida de butaca. Mencionaré algunas de ellas, pero antes quisiera aclarar que esto no lo digo solamente como una teatrera que observa a las personas espectadoras. Yo fui espectadora profesional durante más de diez años y condensé todos esos saberes en un proyecto que se llamó Jimenitos Aguords. Eran unos premios de teatro que entregaba dos veces al año, que se hicieron medio famosos y que cubrían, principalmente, al teatro independiente de uno, dos y tres sellos.
Dicho lo anterior, vayamos con un obstáculo que vive una persona espectadora de este tipo de teatro. Empecemos con la amplia oferta que tiene la cartelera. Como estos espacios son capaces de programar una obra diferente cada día de la semana, necesitaríamos todas las noches de un mes (todas, dije) para ver si acaso la mitad. Si a esto le sumamos que las temporadas son breves, se necesita espectar a marchas forzadas para seguirle el ritmo a la cartelera independiente.
Es injusto, por no decir impensable, pedirle a una persona que vea todo ese teatro.
En algún año previo a la pandemia se tuvo el récord de un espectador que vio 240 obras en todo el año. Lo intentó en serio. Yo, en mi mejor año de Academia de los Jimenitos, llegué a ver alrededor de 170 obras. Quizá yo fui la teatrera que más obras vio, pero Héctor fue la persona que se llevó la butaca de oro del teatro mexicano. Héctor trabaja en el gobierno. En mis años de espectadora recurrente conocí a un grupo de espectadoras y espectadores que iban a verlo todo. Sé que ese “todo” es imposible, pero elijo decirlo así como una señal de respeto.
Por el lado de las ventajas que pueden encontrar quienes asisten al teatro independiente está la cercanía con las personas creadoras. Aceptemos que a Bibi Gaytán, después de una función de Chicago, le pedían el mismo número de fotos que me pueden pedir a mí en, digamos, 5 o 6 años. Eso bajo la falsa suposición de que sea fácil ver a Bibi Gaytán después de su función.
En el teatro independiente la actriz principal estaciona su coche junto al de las espectadoras. Puedes subirte al transporte público después de la función y encontrarte ahí a alguien del elenco, o al elenco completo, les felicitas por la obra y hasta pueden acabar cenando en la misma taquería, compartiendo la orden de cebollitas.
Las personas que ven teatro independiente siguen carreras específicas, es así como llegan a más obras. Si una actriz les gusta, si una dirección les hizo sentir algo interesante, si la dramaturgia les rebotó en la cabeza toda la semana, buscarán en las redes sociales a la persona o a la compañía, y llegarán a su siguiente obra. Así, poco a poco, irán mapeando personas creadoras que les interesan, las alianzas de esas personas les irán haciendo el mapa cada vez más grande y encontrarán su lugar en la multiplicidad del teatro independiente.
Una persona no podrá ver la totalidad de las obras en la totalidad de los espacios, pero es probable que sí pueda ver todas las obras de sus compañías favoritas. Esto es lo que conecta el obstáculo con la ventaja.
Hacer una obra con los tres sellos es un acto de valentía. Nada te puede asegurar que va a funcionar. El corazón, el tiempo y el dinero están invertidos ahí. Y aunque la incertidumbre aplaste, también hay que reconocer que la libertad aligera. Ver la imaginación de un grupo de personas palpitando en el escenario es revitalizante. Al tener tantas opciones en la cartelera, se multiplican las oportunidades de encontrar una obra que nos altere la química sanguínea. Esa debe ser otra ventaja. Y el obstáculo es la cantidad de obras que se sufren o que se olvidan por completo a la mañana siguiente. Pero así es todo en la vida, no solamente en el teatro independiente.
El empeño y la necedad son factores que comparten quienes hacen teatro independiente y quienes lo ven. Estas dos partes conforman un ecosistema muy delicado. Hay que recordar constantemente que nadie le está haciendo un favor a nadie: ni las personas espectadoras pagando un boleto, ni las creadoras compartiendo su arte. Nos necesitamos, claro, pero el ecosistema es tan vasto que las acciones de una sola persona no lo van a romper ni lo van a salvar.
A las personas que hacemos teatro nos cuesta mucho trabajo creer que nuestra obra de tres sellos se va a llenar. Por estar pensando en el milagro del sold out no registramos a las cinco personas que sí fueron y que no sabemos cómo llegaron ahí. No las reconoceríamos ni en el parque ni el centro comercial, pero estuvieron ahí. Fueron por el título, porque alguien se las recomendó o porque han ido a todas las obras de esa directora desde hace cinco años, y la directora ni en cuenta. No se lo reprocho, es muy normal.
Y vuelvo a la misma certeza: no podemos saber quiénes ven teatro independiente, pero están ahí y no son pocas personas. Algunas decidirán hacerse visibles y mantener un diálogo franco con quienes hacen las obras. Otras, no. Pasarán desapercibidas, tendrán un mapeo riguroso del teatro independiente y no lo compartirán con nadie. Decidan lo que decidan, toda persona espectadora de teatro independiente disfruta del secreto compartido. Ve las obras que no toda la gente ve en teatros que no cualquiera sabe que existen. Si fueran populares quizá no le gustarían tanto, quizá tampoco se sentiría tan libre, tan poderosa. Un gran poder implica una gran responsabilidad.

Respuestas de la trivia

Obra de Lupe: 2 ellos
Obra de Alexis: 3 sellos
Obra de Yael: 1 sello (Con prejuicio se asume que la contratación de ese influencer no es un afán artístico. Si usted no tiene prejuicio, dele 2)
Obra de Luis: 0 sellos (Con prejuicio se asume que a Luis no le interesa Calderón de la Barca. Si usted le tiene fe a Luis, dele 1)

Si te interesa este tema te invitamos a:
malestar-mesa-3-flyer.
Contact Us

We're not around right now. But you can send us an email and we'll get back to you, asap.

Not readable? Change text. captcha txt

Start typing and press Enter to search